En mi caja de tesoros no se encuentran diamantes, ni rubíes, pero está llena de pequeñas joyas que nada ni nadie me podrá robar. Hoy, mientras la miraba con cariño, rescaté de ella uno de esos tesoros. Una montaña, un río, una ilusión, una quimera, ¡Qué más da!
Al final, los problemas, los sueños truncados, que importa, si esa sensación de felicidad, aquellas miradas llenas de ilusión y pasión quedarán para siempre en mi caja de tesoros.
La vida pasa, y aunque esté llena de lágrimas amargas, nadie debe quitarnos la sensación placentera que producen esos instantes mágicos, momentos que nos hace más grande, más poderoso, más ricos.
Mis tesoros eternizan lo bello de lo vivido, y me hacen ver con cariño incluso las más amargas desilusiones.
No renunciaré a mis riquezas porque ellas me han hecho ser lo que soy
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